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Actualmente, cuando hablamos de joyas, inconscientemente pensamos en piedras preciosas, como el rubí o los diamantes, o en metales preciosos, como el oro o la plata. Sin embargo, ya desde la prehistoria, nuestros antepasados lucían sus joyas y adornos construidos con materiales sencillos de encontrar como conchas, piedras, plantas, madera o incluso restos de animales, como huesos.
Los primeros indicios provienen de África y alguna muestra encontrada data de 75000 años. Ellos las usaban como talismanes mágicos o incluso para realzar sus poderes, sus caracteres o su aspecto; por tanto, las usaban como signo de posición social, rango oficial o símbolos de creencias religiosas.
Más tarde, comenzó la búsqueda de piezas minerales algo más difíciles de encontrar en el subsuelo y en los cauces de los ríos. Se cree que las primeras piedras preciosas fueron encontradas por casualidad. Tal vez, buscando moluscos o peces. Hasta entonces, eran los materiales más duros que se conocían y debido a sus colores llamativos y a su escasez, estuvieron relacionados con la riqueza y el estatus social y se les atribuyeron poderes como el de sanar enfermedades.
La creatividad y el deseo de capturar la esencia de la belleza en la fabricación de estas joyas, deja ver el grado de perfeccionamiento de estos rudos artesanos. Aunque nunca se haya pensado como tal, la joyería era un arte puro y esto es una de las cosas que nos empezó a distinguir del reino animal.
De esta forma, se pueden encontrar, en el Antiguo Egipto, los primeros signos de manufacturación de joyas, hace 5000 años. Con ellos surge una gran revolución, porque comienzan a crear diseños asombrosos que no solo se usaban en vida, sino también en la muerte; de ahí que en la actualidad se cuente con un gran número de datos al respecto, como la tecnología que usaban o las piedras preciosas más utilizadas, debido a su conservación, especialmente en la tumba del faraón Tut-Anj-Amón.
Los antiguos egipcios eran grandes apasionados del diseño y sabemos que fabricaban joyas engastadas, grabadas, soldadas, repujadas e incrustadas. Trabajaban el oro y la plata en conjunción con otras piedras preciosas o vidrios coloreados indistintamente, pues para ellos lo importante eran los colores. Estaban muy ligados a la religión y cada color poseía un significado. Por ejemplo, el verde estaba muy ligado a la fertilidad. Los metales y los minerales los identificaban con sus dioses y ciertos poderes mágicos o terapéuticos. El cobre y la malaquita se identificaban con su dios Hathor y el oro con el dios Sol. La turquesa y el lapislázuli eran sinónimos de alegría y placer. Utilizaron una gran variedad de piedras preciosas o semipreciosas y sus joyas poseían una gran belleza, también asociadas con la riqueza.
Hoy en día, se conservan espléndidas diademas, collares de cuentas, increíbles brazaletes de aros articulados y espectaculares anillos. Incluso, muchos de ellos usaban dos brazaletes en cada brazo, uno en la muñeca y otro encima del codo. Podemos imaginar que el resultado era especialmente asombroso. Además, es importante destacar su popular sortija de sello que decoraban con adornos religiosos como el escarabajo, la flor del loto, el halcón, la serpiente o el ojo.
Avanzando un poco más, en el período Neolítico hasta la Edad de Bronce, nace lo que se conoce como la cuna de la civilización: la cultura mesopotámica o cultura “sumeria”. Ellos convirtieron la orfebrería en un auténtico oficio en ciudades como Sumeria y Acab y desarrollaron una extraordinaria técnica: el granulado, que consistía en adornar las superficies con granos de oro. Uno de los mayores tesoros de objetos antiguos y joyas que se conserva es el “oro de Nimrud” que fue encontrado en las tumbas y la sala del trono del rey asirio Asurbanipal II. Para hacernos una idea, en una sola tumba se encontraron más de 450 artículos de oro y plata con un peso aproximado de 22,5 kilogramos.
Por otro lado, es importante destacar que las joyas mesopotámicas eran elaboradas, a partir de metal, en láminas muy finas sobre las que se colocaban piedras como ágatas, cornalina o jaspe y que el diseño que más les gustaba utilizar eran formas de hojas, ramas, espirales y racimos de uva. Las joyas las lucían tanto hombres como mujeres e incluso, se fabricaban para adornar estatuas e ídolos, usando técnicas como el grabado, el repujado y la filigrana.
Como dato curioso, destacar el sello de cilindro babilónico, que era un tipo de piedra de 12 centímetros de largo que representaba escenas míticas y servía para marcar los documentos destinados a viajar por tierras lejanas, a lo largo de la antigua Ruta de la Seda.
Próximamente, en el blog de Joyería online Taffeit, veremos cómo siguió evolucionando hasta lo que conocemos hoy en día. Comentaremos algunos aspectos de la antigua Grecia, de la pasión por el diseño de metales de los romanos, repasaremos cómo se apreciaba este arte en la Edad Media, Renacimiento y mucho más. Como podemos comprobar, resulta muy interesante conocer los inicios de la joyería, ya que el ser humano se ha caracterizado, desde siempre, por su intención de ser singular y único e incluso se nos puede permitir la expresión de “un poco presumido”, en cuanto a su faceta de intentar resaltar o diferenciarse, detalle que ha ido logrando entre otros muchos aspectos, adornando su cuerpo con materiales y piedras preciosas. Es decir, ¡igual que nosotros!
Ver Parte 2: La Historia De La Joyería. Parte 2.
Ver Parte 3: La Historia De La Joyería. Parte 3.
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